domingo, 8 de abril de 2012

Salar de Antofalla

Llegamos hasta el salar de Antofalla luego de andar unas tres horas desde Antofagasta de la Sierra. A la salida del pueblo, vimos muchas vegas donde pastaban llamas y vicuñas. Y algunos puestos abandonados.





Finalmente nos asomamos al borde del salar, que ocupa una angosta depresión entre dos cadenas de cerros. Las fotografías no dan cuenta de los distintos tonos de gris y ocre y de las texturas de las laderas de los cerros, algunas lisas, como de ceniza, y otras rugosas y ásperas. Frente a nosotros se levantaban varios picos cubiertos de nieve (el más alto, el volcán Antofalla, de 6409 metros de altura). El viento levantaba una fina nube de sal.


En el centro de esta foto, justo en el borde del salar,
hay una pequeña mancha verde:
es la diminuta localidad de Antofalla.



No recuerdo haber visto paisajes tan bellos y violentos como el paisaje mineral del salar de Antofalla. Me pareció que estaba asistiendo a los tiempos iniciales de la Tierra. 


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