domingo, 7 de julio de 2013

Aretusa

Esta es la historia de la ninfa Aretusa.

Aretusa era la ninfa predilecta de Artemisa. Artemisa y sus ninfas pasaban sus días en el bosque que crecía a los pies del Monte Olimpo, persiguiendo ciervos y cabras. Aretusa era tan pero tan hermosa que se sonrojaba y se turbaba cuando tenía que estar frente a un hombre.
Durante una cacería Aretusa se alejó demasiado del grupo de doncellas y llegó a la orilla del río Alfeo, de aguas claras, puras y dulces. Era un día caluroso, perfecto para un baño. El lugar estaba rodeado de un extraño silencio, solo interrumpido por el canto de las aves y los patos en el agua. Aretusa, sabiendo que nadie podía verla, se quitó sus ropas blancas, las apoyó en el tronco de un sauce y entró al agua. Al llegar a la mitad del río, el agua a su alrededor comenzó a agitarse y a formar un remolino. Preocupada, Aretusa decidió salir del agua. Justo en ese momento del centro del río surgió un hermoso joven que la miraba con ojos enamorados. Aretusa hizo un gran esfuerzo para llegar a la orilla, y cuando la alcanzó se puso a correr sin detenerse ni un instante.
Alfeo salió del agua y comenzó a perseguirla. La persecución duró horas y horas, hasta que Aretusa se dio cuenta de que ya no tenía fuerzas y de que Alfeo iba a alcanzarla en cualquier momento. Aterrada, le pidió a Artemisa que la convirtiera en una fuente en un lugar muy lejos de Grecia. Artemisa ocultó a Aretusa haciendo caer una densa niebla y luego la llevó más allá del mar hacia el oeste, a Siracusa.
Alfeo esperó a que se disolviese la bruma. Cuando esta desapareció, vio en el lugar donde había estado la niebla más profunda una fuente a la que rodeaba un hermoso jardín. Alfeo se dio cuenta de que había sucedido un prodigio y su amor por Aretusa se hizo más y más intenso.
Los dioses, entonces, sintieron piedad por él, y Zeus le concedió encontrarse con su amada, pero luego de hacer un grandísimo esfuerzo: debía cavar un túnel desde el Peloponeso, un túnel que atravesara el mar Jónico y llegara al puerto grande de Siracusa.
La historia no dice cuánto tiempo le llevó a Alfeo hacer el túnel (como Alfeo era hijo de Océano se me ocurre que tuvo algo de ayuda). Tampoco dice qué le dijo a Aretusa cuando la vio, ni qué pensó Aretusa de todo lo que había pasado. Pero sí se sabe que vivieron felices para siempre.

Y esta es la fontana Aretusa. 






De Siracusa se podría decir lo que Kavafis dijo de Jonia.

Aunque hayan derribado sus estatuas
y estén proscritos de sus templos,
los dioses viven siempre,
oh tierra de Jonia, y es a ti a quien aman,
a ti a quien añoran todavía.

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