jueves, 15 de agosto de 2013
Lo que me quedó pendiente de Catania
Con Catania, como con Ragusa Ibla, me atacó el virus de la exhaustividad. Tengo que visitar detenidamente la iglesia de la abadía de Sant'Agata, por ejemplo. Pasé varias veces de noche. La calle estaba oscura, no había nadie y no estaba como para quedarse mirando la filigrana de los miradores de las monjas. Tampoco entré a la catedral ni la miré detenidamente. No fui al monasterio de los jesuitas. Me detuve apenas en la Collegiata. No fui al Teatro Bellini, aunque estuve viendo el programa. No fui al Jardín Botánico, y eso lo lamento más que todo lo anterior junto.
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