Cuando llueve mucho, pero realmente mucho, siempre pienso en Isabel viendo llover en Macondo. En Asunción era así: una lluvia tan densa que dejaba de ser transparente. Y lo mismo estos días entre Manantiales y José Ignacio. Lluvia, lluvia, lluvia. Horas y horas lloviendo. Días enteros. Unas horas de calma y vuelta a llover.
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